Si en estos momentos nos detenemos a echar un vistazo a nuestro alrededor, seguramente todo lo que encontremos estará relacionado con el COVID-19, así que no queriéndome quedar atrás con el “dichoso monotema”, hoy hablaré de este. Porque, aunque todo en exceso puede ser perjudicial, ¿por qué no hablar de lo que tenemos en nuestra mente la mayor parte del tiempo?
Esto es un aprendizaje que tuve que hacer con el diagnóstico, o mejor dicho, durante la convivencia con mi diabetes. ¿Por qué no voy a hablar de ella si es realmente lo que ocupa mi mente la mayor parte del día? Y por otro lado, ¿por qué no va a ser lo que ocupe mi mente, si estando pendiente es como mejor control llevo? Pero esto es otra historia, de la que por supuesto, hablaré otro día.
Mi relación con el COVID-19 de momento y, por suerte, parece haber sido la mínima, por lo que se reduce a estar confinada en casa sin su presencia. Suena fácil y sencillo, pero todos sabemos que no lo es tanto. Añadámosle, entonces, el factor diabetes y descubramos qué sorpresas tenía preparadas nuestra amiga para ocasiones como esta. En el momento en que queda declarado el estado de Alarma, nosotros activamos nuestro sistema de Alerta particular: mayor atención a los cambios en la glucemia, ajustes de basal, mediciones nocturnas, ajustes de bolus, adaptación del ejercicio en casa, control de la alimentación, etc.
Pero si lo pensamos bien, ¿qué es lo realmente nuevo? Al fin y al cabo, estoy casi segura de que todos nosotros hemos pasado por muchísimas situaciones diferentes a lo largo de nuestra vida, las cuales han conllevado una mayor atención o un reajuste de nuestras pautas de control, ya sea por cambios emocionales, como por cambios en la rutina, la alimentación, etc. Podríamos estar hablando de la primera vez que fuimos a un parque de atracciones, o quizás, de alguna enfermedad o medicamento que haya producido resistencia a la insulina, o ¿qué decir del día de nuestra boda? O bueno, de cualquier boda, comunión o bautizo… menudos banquetes. También podría venirnos a la mente el suspenso en aquel examen, o aquella inolvidable acampada, o por ejemplo, cada menstruación. De hecho, yo creo que podríamos decir que tenemos aprobados tres cuartos del “Título Oficial” de Adaptación a Nuevas Experiencias.
¿Cómo definimos entonces nuestro plan para el confinamiento? Pues, es fácil de plantear: sigamos como hasta ahora, intentándo hacerlo lo mejor posible, trabajando día a día en un buen control, atendiendo las recomendaciones de nuestros médicos, escuchándonos a nosotros mismos y a nuestro cuerpo, y apoyándonos en nuestra asociación.
Si lo miramos desde esta perspectiva y, con vuestro permiso, yo diría que contamos con unos puntos extra para superar las barreras que nos podría suponer el confinamiento. Estamos curtidos.
Mucho ánimo a todos y nos vemos pronto para seguir consiguiendo los créditos de ese gran Título Oficial.